jueves, 16 de abril de 2015

La obra de El Escorial

De momento vivo en el chiquipueblo porque todavía estamos adecentando el piso que nos hemos comprado hemos hipotecado por los próximos 30 años en la gran ciudad.

Habrá para quien adecentar sea dar una manita de pintura y acuchillar el parqué. Mi parejo y yo es que somos muy chulos y muy exagerados, y para nosotros adecentar significa tirar todo lo que no sea muro de carga abajo, cambiar la disposición de los cuartos húmedos, poner calefacción, fontanería, ventanas y electricidad nuevas, y restaurar algo de la carpintería de madera existente. 

En definitiva, que nos estamos marcando el obrón del siglo, el obrón de El Escorial parte II, que el que hizo la parte I era un cagueta de la vida a nuestro lado.


Menuda prueba de fuego, amigos. Aún me pregunto cómo cojones estoy sobreviviendo a esta etapa de mi vida. Debe ser que los 30 me han transformado, si no, no me lo explico. Yo, que soy una control freak y para colmo impaciente, tratando con aparejadores, albañiles y toda la fauna que se reúne en torno a un piso en el que no se puede casi ni entrar, aprendiendo sobre calidades de inodoros (todo tiene su ciencia, no os creáis) y aguantando las miradas por encima del hombro de los comerciales de tiendas de azulejos. El paraíso. 


Imagino que el resultado final valdrá la pena, mientras tanto, oscilo entre la desesperación absoluta por tener que seguir durmiendo a diario en este chiquipueblo que cada día detesto más, la resignación de ver que esto se retrasa  y que nos perderemos casi toda la primavera en la gran ciudad, y la ilusión de la vida que está por venir. 

Por favor, vida futura, ven pronto ya, que corremos el riesgo de que me den tres infartos consecutivos como sigamos por este camino y no podamos disfrutar de la gran ciudad juntas. 

Eso, y haz el favor ya que te pones de preñarme, que si pudiera al menos cerrar un frente, respiraría algo más tranquila.



No hay comentarios:

Publicar un comentario