lunes, 18 de enero de 2016

Interrupted, dos funciones más en Madrid

Me estreno en la crítica teatral.

Yo lo intento con todo.

No me considero ni mucho menos una experta, pero sí soy aficionadilla. Digamos que el cine de verano del chiquipueblo no era suficiente aliciente cultureta (ojo, que me encanta) y ya desde los últimos tiempos en los dominios del extrarradio éramos habituales de algunos teatros en Madrid. 

Desde que estamos viviendo en la granciudad, como con otras tantas actividades, se nos ha desmadrado el asunto y voy al teatro, normalmente acompañada del parejo, una vez a la semana. 

He de decir que la tarifa mensual y otras iniciativas del Teatro Lara han contribuido a elevar la media. Vamos, que parece mi segunda casa (¡ojalá, qué más quisiera yo!).

Y entre lo que tienen en cartelera, que es todo muy apetecible y casi siempre comedia o dramacomedia, que se agradece, que para disgustos ya tenemos la vida misma, os quiero recomendar una obra que me ha gustado mogollón, por original, por guión, por la puesta en escena y por las actuaciones de las cuatro chicas: Interrupted, de Teatro Envilo.  



Podéis disfrutarla, reíros a carcajada limpia, sonreír por dentro y también sufrir con este relato sobre cómo la vida necesita bien poco para darse la vuelta. 

Quedan dos martes de función en el Teatro Lara, mañana día 19 y el próximo 26 de enero.

Mi recomendación: ¡no se la pierdan!

martes, 12 de enero de 2016

De mayor me pido vivir aquí

Acabamos de terminar la reforma de El Escorial

Miento, no la hemos terminado. A ver, a ver, que mire un momentín a mi alrededor...Ajá, a mi izquierda un par de puertas apoyadas en la pared, varias cajas de mudanza, dos muebles apilados (ambos a la venta en Wallapop, chatos, oferta irrepetible), y de frente una pared con azulejos que me hacen la ola y salpicada de defectos de pintura.

Y eso que llevamos 7 meses y medio en el piso. ¿Qué nos está pasando? Señor, ¡ten a bien acogernos en Tu seno!

Pero como estoy refatal, y la vena masoca sale cuando quiere, que yo no la vengo controlando, ya estoy pensando en mi próxima aventura inmobiliaria. La de la otra vida, cuando acabe con la hipoteca a 30 29 años de mi humilde morada actual y el Señor tenga efectivamente a bien acogerme en Su seno. 

Entonces, desde las alturas, me reencarnaré para regresar al mundo de los mortales y con la experiencia acumulada en esta mi primera existencia, y la certeza de que las deudas prescriben en el lecho de muerte (¿verdad, verdad?), iré a estos cuatro pisitos de Madrid y haré a los propietarios de los mismos una oferta indecente, que no podrán rechazar. 

Es un plan infalible. 

Eso, o la suerte me compensa en vida en forma de multimillones. Todo puede ser, chatos, yo nunca pierdo la esperanza. Soy más bien de percutir.

Total, que en mi vida hipster futura, no me movería yo del distrito centro de la granciudad ni de coña, palabrita del ñiñojesús. Aunque sí pediría un hogar algo más amplio (sin exagerar tampoco, no sé, entre 180 y 250 metros está fetén, que luego hay que pasar el mocho y es un rollo), más luminoso (estoy pensando en una terracita de ná, 50 metritos o así, que me quepa el macetohuerto que tenía en el chiquipueblo y una mesa y sillas para seis; orientación oeste para disfrutar el atardecer gintonics en mano ya se considera un plus, si es que yo de siempre he sido muy conformista) y en una finca de esas que tienen puertas para que entren carruajes, en un enclave especial. 

Para que os hagáis una idea de lo que hablo, les tengo echado el ojo a estos cuatro pisos en concreto (las fotos están tomadas en diferentes momentos de mi paseos por Madrid, no pongáis atención a la calidad artística, por favor):


1. El último piso de este edificio que sobresale en una de las aristas de la Plaza de Santa Ana. El de arribota del todo, el de los balcones ovalados que suele tener las luces encendidas por la noche. Sí, os vigilo. ¿Quién tiene tantísima suerte de vivir ahí? 
(La foto está tomada desde la cafetería de la planta baja del hotel Meliá y los puntitos que se ven son gotas de lluvia en el cristal).



2. Volvería a disfrazarme de princesa si fuera necesario con tal de ocupar lo más alto de la más alta torre de esta finca con vistas al Retiro en la calle Alfonso XII. ¿Que los muebles no encajan bien en las estancias redondas? A mí, plin, le pido un crédito basura a Cofidis y me pillo unas cuantas estatuas art déco para rellenar la sala y tan pichi, oiga. Me siento en un diván, me pongo una ópera mientras leo poesía con el gato acostado en mi panza, y a contemplar mis estatuas y ver a los runners echar los higadillos. Planazo. 


3. Esta fachada, en la calle Barco número 21, me vuelve loca. Si estoy paseando por el barrio, cambio la ruta con tal de pasar por delante. En más de una ocasión he estado tentada de llamar al telefonillo y pedirle por favor, por favooooor a quien habite tan bello lugar que me deje cotillearle la choza. Esos balcones acristalados, ay, qué bien me vendrían para mis orquídeas. 


4. Y, por último, un dúplex. Nada ostentoso, ¿eh?, no se vayan a creer. Algo con gusto, así, ático más mirador en la Plaza de Ramales, con vistas al Palacio Real para soñar despierta. Cuántas veces en mi vida habré pasado por delante y nunca me había fijado en este edificio. Lerder que es una. Ahora no me lo quito de la cabeza. Qué maravilla. Por el dichoso mirador no esperaría yo a la vida reencarnada, qué va, si pudiera hipotecaba esta, la reencarnación primera y las venideras, hasta que el karma haga que me convierta en chinche y me dejen de conceder créditos. Y cuando sea chinche, me colaría por una rendija de la ventana. Hasta la eternidad.

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Desde aquí, hago un llamamiento: si alguno de los habitantes de estos pisitos está así como harto de las desventajas (yo qué sé, lo típico, que no puede tender las bragas a gusto porque sus vecinos son muy de postín y le escudriñan a ver si el encaje es bueno o del H&M y con ese estrés empieza a tener problemas para dormir), que contacte conmigo y planteamos una multipropiedad de esas que están tan de moda. 

¿Vosotros también os fijáis en las casas en las que os gustaría vivir? ¿O va siendo hora de que me revise la medicación?